Atrévete a abrir la puerta del Kinky Club….

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Hola señorita,

Tras mi visita del pasado viernes quería dejaros mi impresión y algunos comentarios. En general estoy contento con esta salida, aunque sólo sea porque me permitió ver cómo funciona este tipo de club.

Antes que nada debo comunicarte mi tristeza por no haberte conocido. ¡Habría sido una alegría para mí! Arreglaré mi próxima visita para concertar una fecha en la que pueda verte.

En primer lugar, los lugares están muy bien distribuidos. El espacio es un bien escaso en París y la distribución general está decorada con gusto e inteligencia, creando una atmósfera cautivadora manteniendo al mismo tiempo un conjunto refinado.

Su acompañante Alexandre es una persona amigable que hace todo lo posible para que la gente se sienta cómoda.

Al comienzo de la tarde sólo éramos cuatro en la habitación y tuve la sensación de sentirme un poco confundido. Sin embargo, tuve la suerte de estar al lado de dos mujeres sublimes, especialmente Berthoulle. Sin duda el hecho de no tener los “códigos” de este tipo de lugares explica mis dudas. Sin embargo, eso no me impidió terminar a sus pies para adorar a esta diosa como se merecía…

Por otro lado, me encantaron las sesiones de dominación. Fantasear frente a tu pantalla es una cosa, verlo en la vida real es mucho más fuerte. Creo que tengo mucha empatía por mis semejantes y creo en la comunicación de energía entre individuos. A veces sentí que sentía los golpes que recibían las modelos. También me preocupaba la ambivalencia de los sentimientos que sentía. Aunque sabemos que estamos presentes por la misma pasión, normalmente no es moralmente admisible que una persona golpee a otra delante de testigos sin que nadie se mueva, especialmente al tomar fotografías. A veces tenía ganas de gritar: “¡Para, le duele mucho!” » Pero al mismo tiempo mi impotencia voluntaria me provocaba emociones prohibidas.

Y una vez más, qué mujeres sublimes... Añadiría que Alexandre es realmente un maestro en este ámbito.

Unas breves palabras también para Marie, una encantadora camarera con la que charlé unos instantes. Por favor salúdala de mi parte. Tiene una sonrisa natural, casi inocente, anacrónica en estos lugares. Pero noté que cuando tomaba sus fotos su sonrisa se arrugaba levemente, marca involuntaria del sádico placer que sentía al inmortalizar en el lente los tormentos que padecía.

Al final creo que volveré a tu club. Por otro lado, me gustaría mucho que estuvieras presente. ¿Puedes decirme las próximas fechas en las que estarás allí?